¡BASTA DE MONTAJES POLICIALES!
En el año 1958 el genial Orson Welles obsequió a la humanidad con una gran obra maestra del cine, Touch of evil, en España Sed de Mal. Sentimos descubrir el final para quien no la haya visto, pero en ella el polémico comisario local Quinian, que interpreta el mismo director, es desenmascarado como un corrupto integral que no duda en fabricar de su propia mano las pruebas falsas que incriminarán a sus víctimas. La película es comparada en muchos aspectos a Psicosis de Hitchcock (de 1960), y quien haya visto ambas creo que estará de acuerdo, pues las sensaciones que transmiten son muy semejantes: miedo, agobio, angustia, desconfianza, desamparo… Al margen de la evaluación artística existe una diferencia fundamental entre los villanos de estas grandes obras, el psicópata Bates y el corrupto Quinian: el primero no cobraba del Estado por proteger y defender a sus víctimas mientras acababa con ellas. Y es que el delito de fabricación de pruebas incriminatorias falsas por parte de la policía constituye, como la tortura, de los más graves atentados que puedan cometerse contra los principios más elementales para un sistema democrático o para un estado que pretenda denominarse “de derecho”.
Veinte años después del estreno de esa película, y hace ya casi 34, el 15 de enero de 1978, las élites al cargo de la llamada “transición a la democracia” española decidieron emplear estrategias similares para terminar con la única oposición que encontraban a sus planes, una oposición que era cada vez más numerosa a medida se constataba el engaño, y que se vertebraba desde el sindicato CNT. Lo hicieron ese día de enero tras una multitudinaria manifestación en Barcelona contra los Pactos de la Moncloa y contra el entreguismo de las élites políticas y sindicales, cuando incendiaron la famosa sala de fiestas Scala -que estaba virtualmente en quiebra y proporcionó una sustanciosa indemnización del seguro- sin tener reparo alguno en que dentro había cuatro trabajadores, que murieron abrasados. Al mismo tiempo su infiltrado en CNT conducía frente a la puerta a unos muchachos del citado sindicato, que serían acusados de provocar el incendio, y que tras una farsa de juicio tuvieron que pasar años de su vida en las cárceles españolas sin haber cometido delito alguno. Cuando los hechos lograron esclarecerse, por fortuna, los verdaderos culpables ya se habían salido con la suya y su objetivo, la criminalización y aniquilación de toda alternativa al yugo que finamente impusieron y aún mantienen sobre nuestras espaldas, se había conseguido. Y los ejecutores, como Rodolfo Martín Villa, no sólo quedarían impunes sino que disfrutarían a partir de ese momento de todos los parabienes del estado, en sucesivos “cargos de confianza” de salarios desorbitados, pues su servicio fue sin duda el más valioso que podía prestarse para lograr la continuidad de este franquismo de elecciones periódicas con el que se están forrando.
Estas odiosas prácticas se repiten, por desgracia, muchas más veces de las que se logran descubrir. El 4 de febrero de 2006, durante una fiesta en un centro social ocupado, alguien dejó caer una maceta sobre uno de los agentes uniformados que habían acudido a reprimirla, que casi lo mata. Resultaba del todo imposible saber quién había sido esa persona y localizarla entre los más de tres mil asistentes, así que los compañeros del maceteado decidieron urdir un basto montaje para incriminar al que fuese. Cuatro personas fueron condenadas en una farsa judicial llena de irregularidades, sin admintirse prueba alguna de la defensa, y basándose únicamente en el testimonio de dos guardias urbanos, un juicio en el que sin duda llegó a demostrarse que las macetas caen en recorrido horizontal, diga Newton lo que diga. El resultado de este montaje para las víctimas no fue desde luego ninguna broma. Una de ellas, Patricia Heras, no pudo soportarlo más tiempo y se suicidó en prisión. Otra, Rodrigo Lanza, aún no ha salido, aunque quizá lo haga pronto, esperemos que así sea. Cinco años más tarde, en 2011, esos mismos guardias urbanos, cuyo testimonio constituye la única prueba del caso, han sido condenados -y suponemos que serán pronto indultados, pues el régimen ampara y premia estos comportamientos- en otro caso, por torturas, simulación de delito y, por supuesto, falsedad. No podemos dejar de preguntarnos cuántas veces más lo habrán venido haciendo, estxs corruptxs u otrxs, en estos u otros lugares, cuántos de estos terribles delitos, los peores que puedan concebirse, quedan impunes, y cuántas personas presas lo están por procedimientos similares y no sólo no debieran estarlo sino que merecen nuestras más sentidas disculpas, pues somos todxs quienes pagamos a estos corruptos.
En la actualidad, en una situación parecida a la descrita en el primer caso de 1978, un régimen político enfrentado a la mayoría de la población, en su misión de ejecutar las órdenes implacables que recibe de aquellos a quienes sirve: el poder económico y financiero, el capital. Una población que va tomando conciencia de su poder y sus posibilidades, que se siente engañada y desmonta las mentiras a las que está siendo sometida, que está dispuesta a levantarse y luchar por sus derechos… bajo la visión del monóculo burgués una población que hay que volver a domesticar como sea, neutralizando toda resistencia, y recurriendo a lo que haga falta para ello. Y esta vez le ha tocado al compañero Alfon, detenido el día de la huelga general del 14 de noviembre, cuando ni siquiera había acudido aún a participar en los piquetes como pensaba hacer. Todas las evidencias parecen indicar que las pruebas con las que pretenden incriminarle -materiales que supuestamente pueden servir para fabricar artefactos explosivos– son falsas, y en todo caso no parece existir vinculación alguna con ellas -huellas u otras evidencias-, pues no nos cabe duda de que de ser así su situación judicial sería diferente. Sólo existe un hecho en su contra: el hecho consumado de que sigue preso, de que no le sueltan y le mantienen ya casi dos meses en la tortura que supone el régimen FIES. Estamos sin dudarlo ante un nuevo montaje policial, con el objetivo de criminalizar la protesta social y de laminar toda oposición al nuevo saqueo del país que pretenden. Esta estrategia represiva se utilizó también en la anterior huelga del 29M, y se viene repitiendo como medida ejemplarizante y de criminalización tras cada huelga general.
No obstante a todas estas evidencias, el régimen nos conmina a fiarnos de ellos, a otorgarles una y otra vez más la confianza que supone que nos representen y sean así quienes decidan dónde y cómo deben acudir los policías, que son sus guardaespaldas, o mejor, los de sus amos. Nos presiona para que agachemos la cabeza una vez más y nos asegura que sufriremos su represión por activa o por pasiva, sí o sí, por lo civil o por lo militar, y hagamos hecho algo o no, algo que para un régimen como éste es lo de menos, nos tocará cuando esa gente decida que nos toque. Ante esto, sólo podemos tener una respuesta: si nos tocan a una nos tocan a todas.
BASTA DE MONTAJES POLICIALES
ALFON LIBERTAD
LIBERTAD DETENIDXS POR LUCHAR
asambleaantirepresivaenmadrid.wordpress.com
Este domingo 13 monográfico en AGSol sobre montajes policiales, no os lo perdáis.