El Estado español ha anunciado su voluntad de culminar su política ciudadanista excluyente mediante una suerte de examen de integración, que establece una serie de requisitos fundamentalistas para poder acceder a los (pocos y mal regulados) derechos y a los deberes derivados de la ciudadanía española. No contento con ello, amenaza además con restringir con absoluta impunidad estos derechos a quienes logren obtenerlos si protestan, tratando de amedrentarles. Estamos ante un intento de levantar un verdadero muro de la vergüenza, que en la práctica sólo se abrirá -en el actual desorden mundial no podría ser de otra forma- cuando se acredite disponer del dinero que consideren suficiente. Si tienes dinero, como dice la canción, las fronteras, los idiomas y las banderitas son lo de menos, pero si no lo tienes sólo podrás sobrevivir sometido, y tendrás además que invertir tiempo y dinero en demostrarlo.
Cabe preguntarse qué es lo que las élites van a hacer con aquellos seres humanos que no superen las pruebas que se exigen, además de lo que ya hacen (los Centros de Internamiento de Extranjeros por ejemplo), aunque no creemos necesario exprimir demasiado la imaginación. La historia de “la humanidad”, su evolución bajo el dominio de la violencia del patriarcado, está llena de ejemplos sin duda aplicables. El régimen del capital ha sustituido con éxito la violencia por el engaño, y la represión sobre las personas ya no es necesario que se imponga por militares llenos de medallas ni se ejecute en paredones y cámaras de gas; emana de las cámaras de los supuestos representantes, se materializa cada viernes en el consejo de ministros, se difunde embusteramente desde el monopolio propagandístico estatal e inevitablemente se asume como dogma por el rebaño manipulado.
Se materializan con esta medida los peores augurios acerca del ciudadanismo, que este grupo ya ha expuesto en otras ocasiones, como otros grupos de trabajo de la acampada. El término “ciudadano” acoge de forma ya parece que inevitablemente intrínseca la exclusión, parece que en efecto el ciudadano lo es, y sólo lo puede ser, por su superioridad excluyente hacia otros muchos seres humanos, que ya no serán ciudadanos. Nos enfrentamos a un profundo problema con este término que, al igual que sucede con “democracia”, “humanidad” o “civilización” se encuentra sometido a una tergiversación tan brutal que nos costará mucho recuperar para la vida en común. Y al igual que sucede en estos otros casos, no creemos que su mero uso suponga polémica alguna, sino más bien cómo se usa, el significado que destila su desarrollo. El nuestro desde luego es bien claro: para nosotros la ciudadanía consiste en poder participar en aquello que nos importa o afecta, por supuesto en el lugar donde cada cual creamos que debemos hacerlo y en los mismos términos que quienes “ya estaban” lo venían haciendo, es decir, de forma horizontal, sin ninguna otra necesidad o requisito que nuestra propia voluntad de hacerlo.
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[…] El Estado español ha anunciado su voluntad de culminar su política ciudadanista excluyente mediante una suerte de examen de integración, que establece una serie de requisitos fundamentalistas para poder acceder a los (pocos y mal regulados) derechos y a los deberes derivados de la ciudadanía española. No contento con ello, amenaza además con restringir con absoluta impunidad estos derechos a quienes logren obtenerlos si protestan,tratando de amedrentarles. Estamos ante un intento de levantar un verdadero muro de la vergüenza, que en la práctica sólo se abrirá -en el actual desorden mundial no podría ser de otra forma- cuando se acredite disponer del dinero que consideren suficiente. Si tienes dinero, como dice la canción, las fronteras, los idiomas y las banderitas son lo de menos, pero si no lo tienes sólo podrás sobrevivir sometido, y tendrás además que invertir tiempo y dinero en demostrarlo. […]
Muy buenos los textos que soleis sacar aquí; ya me enganchasteis con aquel que denunciaba la estrategia sibilina Y ASQUEROSAMENTE OPORTUNISTA de Izquierda Unida de fagocitar a los movimientos sociales, especialmente la PAH y el 15M.
Gracias, en estos dos años hemos insistido en el trabajo abierto y en común sin rendirnos ante los primeros reveses y creo que es ahora cuando estamos viendo los beneficios y venimos trabajando razonablemente bien y a tiempo, modestia aparte. Es entonces mi consejo a los colectivos, que perserveren en el uso de herramientas como el pad colaborativo o el wiki y debatan siempre de forma abierta y horizontal, sin rendirse ante las primeras adversidades, lógicas por otra parte, no sabemos trabajar así y no se desea que aprendamos. En nuestro grupo asumimos que en política que los medios son los fines, sólo lograremos tomar las decisiones entre iguales si estamos dispuestos absolutamente a tomar las decisiones entre iguales, sin trampas, vetos ni imposturas.
Abrazos!!!