El sábado pasado día 7 de septiembre se produjo la movilización de una gran parte de la población de España. Se podían ver miles de personas en la Puerta de Alcalá, convocadas para apoyar a un acontecimiento considerado importante para Madrid: la candidatura a los JJOO 2020. Estos miles de personas externalizaban mucho entusiasmo, ilusión y esperanza en que se produjera la adjudicación que supuestamente sería beneficiosa para mejorar la situación económica actual, pero como ya sabemos, tal “honor” recayó finalmente en Tokio. Hasta aquí, nada nuevo que sorprenda, para bien o para mal, pero en las horas siguientes (y quizá lo que quede), se han dado reacciones y análisis de todo tipo, algunas sorprendentes, pero también otras del todo indignantes, principalmente por su naturaleza hipócrita.
Las primeras reacciones tuvieron lugar en la misma Puerta de Alcalá en el momento en que se tuvo conocimiento de la eliminación a las primeras de cambio de la candidatura de Madrid. Se podían oir e incluso difundir por las redes “apelativos cariñosos” relacionados con los familiares de los miembros del COI que no votaron a favor y que son fáciles de imaginar. Hay razones para afirmar que el seno del COI está corrupto, que lo está, pero es cuanto menos curioso ver cómo esas personas sólo parecen visibilizar la corrupción cuando es contraria a los que cree sus intereses. Para quien a estas alturas todavía se esté preguntando por qué no se ha conseguido el objetivo de los JJOO, es cierto que en esta corrupción y tráfico de influencias reside seguramente mucha de la culpa. El resto se explica con facilidad asumiendo que no estamos para fiestas, algo que a nadie escapa, tampoco a quienes emiten los votos, y se ratifica tras asistir a las sesiones de inoperancia, ineptitud y actitud prepotente y caciquil con las que obsequiaron al mundo quienes gestionan la organización y presentaron la candidatura, escondiendo la realidad bajo la alfombra y vendiendo humo a gente curtida en muchas batallas y que no se tragan las mentiras como ocurre aquí.
Antes de continuar, la pregunta que es cuando menos difícil de escuchar en estas reacciones es si de verdad se cumplían las condiciones mínimas, ya no en instalaciones construidas, sino ocultando verdades sobre la desastrosa situación económica, el paro, la corrupción o la falta de transparencia, cuestiones que quedaron patentes en las comparecencias de la delegación de Madrid, con especial mención de la ineptitud, falta de conocimientos, falta de ética y falta de tacto de la nunca elegida democráticamente alcaldesa de Madrid; los miembros del COI debían sentir que se les trataba como idiotas cuando ésta les intentaba convencer para tomar un “relaxing café con leche en la Plaza Mayor”. Algo parecido pasó con el presidente Rajoy, que fiel a su prepotente forma de actuar no hizo más que intentar vender humo en un idioma que sólo podía comprender él mismo. Todo precedido por un plan mediático orquestado por el Gobierno, que llevó a cabo durante toda la semana una esperpéntica campaña de marketing plagada de mentiras que trataba de vendernos que hemos salido de la crisis, que podemos dar lecciones de economía a otros países y cuestiones por el estilo o aún más delirantes.
Todo eso no pasa desapercibido a los ojos del mundo, y la conclusión que no se menciona y se debería mencionar es que estos caciques, que cada vez tienen menos apoyo, cuando viajan fuera y no tienen a sus medios de incomunicación ni sus voceros para manipular la opinión defendiendo lo indefendible (es decir, tienen que razonar sus argumentos y no tienen la capacidad de imponerlos) son como el rey desnudo frente al pueblo y son motivo de burla para quienes pueden despojarles de su envoltorio. Esto sólo lo hacen quienes afrontan la fuerza de la razón y del sentido común, y si éste rondó por la cabeza de los miembros del COI, al igual que ocurre cada vez más aquí, sólo pudo concluír una respuesta “iros a tomarle el pelo a otros”. Tampoco pasa desapercibido, aunque se ha silenciado por los medios de desinformación españoles, que en el exterior del recinto donde se celebraba la votación en Buenos Aires se realizaron concentraciones pidiendo la investigación de los crímenes del franquismo, cuyos herederos, algunos entre los representantes españoles, se empeñan sistemáticamente en impedir. Asimismo, también se silencian los constantes procesos de desahucio como el de Ofelia Nieto, 29, donde el ayuntamiento es cómplice de especulación urbanistica, en flagrante incumplimiento como mínimo del art. 47 CE que protege explícitamente el derecho a la vivienda e insta a los poderes a luchar contra la especulación.
Después de analizados estos aspectos, es quizá ya el colmo que a la hora de examinar y reflexionar sobre por qué no ha salido adelante el proyecto la conclusión más generalizada es que “no se ha sabido vender el proyecto, a diferencia de las otras candidaturas”. Se ataca a la candidatura de Tokio por haber sufrido la desgracia del accidente de la central nuclear de Fukushima o haber padecido un tsunami, o a la de Estambul por temas de corrupción, intentando profesar una actitud “patriota”, exenta de cualquier sensibilidad humanitaria y la mínima capacidad de autocrítica, pues es cuando menos discutible que en España haya menos corrupción que en Turquía. Para ser justos, al menos en el análisis posterior muchas personas, aunque en algunos casos por motivos cuestionables, concluyen que la candidatura no debería volver a presentarse para el 2024, e incluso hay quienes piden celebrar una consulta al respecto. Ya veremos qué ocurre dentro de cuatro años, y sobre todo, dónde estaremos, nos tememos que volverá a pasar lo que se nos imponga, y además contentos.
Por encima de las demás conclusiones hay que resaltar algo que sólo se ha difundido por las redes sociales: lo que va a pasar ahora con los al menos 1.500 millones de euros que, según ellos, tenían destinados a continuar las obras. Si hubiésemos aprendido algo de todo esto sería de sentido común que dicho dinero se invierta en el cumplimiento de los derechos fundamentales de acceso de las personas en igualdad a la sanidad, la educación, las pensiones, la dependencia, el deporte de base, etc. De no hacerlo así estaríamos cuando menos ante malversación o cohecho, máxime cuando las privatizaciones de los hospitales se encuentran suspendidas cautelarmente por orden judicial. Otras conclusiones podrían ser:
- Es una lástima que la población se ilusione y movilice masivamente por cortinas de humo como los JJOO en las circunstancias sociales actuales, pero cuando hay que defender los servicios públicos y otros valores fundamentales de una sociedad democrática se quede en casa. Más aún que se indigne por no obtener lo que le han dicho que desea sin realizar un análisis mínimamente crítico, echando la culpa a los demás en lugar de cuestionarse los defectos propios, sin preguntarse ni tan siquiera si es cierto que desea lo que le dicen desde arriba.
- Cuando se ha tratado de analizar lo que se puede mejorar para que la votación fuera a favor de España, se ha hecho especial énfasis en la necesidad de elevar el reparto de dinero, prebendas y sobornos entre quienes deciden… se ha comentado que eso era incitación al cohecho, pero ese fin sí parece estar justificado por los medios. También se ha recurrido al táfico de influencias, recordando que en el caso de Barcelona la clave fue Samaranch, entonces presidente del COI, y que posiblemente nunca se habría obtenido de no existir este hecho. Nos tememos sin embargo que en el caso de haber obtenido la adjudicación, los ahora indignados, sin ningún tipo de pudor, dirían que por fin se ha hecho justicia, y que la candidatura propia no lo era por ningún amaño ni trampa, sino que era simplemente la mejor.
- Es de destacar que se ha expuesto como algo incomprensible el que la comisión de Tokio haya ganado exponiendo con sinceridad sus problemas, a diferencia de los españoles, que se han esmerado en manipular, mentir y vender humo. Cree el ladrón que todos son de su misma condición.
- Se han defendido los supuestos beneficios que traerían un evento que tendría lugar dentro de 7 años por un espacio de 15 días, e incluso se ha llegado a decir que sería positivo incluso para la recuperación económica. Sin embargo, los análisis objetivos de los últimos 20 años, incluyendo a Barcelona, pero sobre todo a Atenas, demuestran sin lugar a dudas lo contrario.
- La delegación española era conocida como “la candidatura de la austeridad” o “low cost”. Sin embargo, han viajado a costa del contribuyente 180 personas “oficiales” y más de 300 “invitados”, en contraste con las 100 personas de Tokio o las 75 de Estambul. Para colmo, ni siquiera se proporciona la lista de los amigotes que hicieron méritos suficientes para viajar, o los honorarios del asesor que se inventó la triste ocurrencia del “cup of café con leche” -que se estiman sobre el millón de euros según http://www.publico.es/467849/el-cafe-con-leche-mas-caro-del-mundo–. Así se hacen las cosas en España.
Pareciera que hay dos mundos conviviendo y compartiendo el mismo espacio: el de quienes desean vivir en un mundo cómodo e irreal donde no hay problemas, dando la espalda a la realidad, y el de quienes aún intentan valerse del sentido común, sin importarles las consecuencias. Ojalá esta bofetada de realidad sirva para algo y a la población se le pase el efecto de los narcóticos y abra de una vez los ojos ante la manipulación constante y sistemática que los poderes del Estado ejercen, apelando al patrioterismo barato, a los mundiales o a Gibraltar o a lo que sea preciso para despistar y lograr imponer sus caprichos y fantasmadas, no digamos sus maniobras orientadas a beneficiar a unos pocos sin importarles el bien común.
Porque la que hemos visto en estos discursos y actitudes es la verdadera “marca España”, que es cierto que “asombra al mundo”, desde luego, pero no como ellos dicen. ¿Nos sentimos representados en ella, o queremos otra España para el siglo XXI? ¿Cuándo eliminaremos el miedo a poner en marcha los necesarios procesos abiertos de reflexión sobre el modelo de Estado vigente, preguntándonos si el sistema político realmente representa los intereses colectivos o permite el disfrute y desarrollo de las libertades y derechos fundamentales, entre otras cosas?
Estupenda reflexión. Sólo un pero que, para mi escaso juicio falta. Agradecer a todos los deportistas laureados o no, becados o no, profesionales todos ellos (o sea alejadísimos del ideal olímpico) su apoyo a esta pantomima mostrando que sus pies no están en el suelo, que no respiran el mismo aire que el resto de los ciudadanos, que su sangre (adulterada o no) es un grupo sanguíneo exclusivo y único, que son parte de una “élite” mal pagada normalmente ajena a las miserias reales del mundo real que les venera estúpidamente.