Hemos asistido en los últimos días a una verdadera maratón de trabajo de la propaganda institucional, que no daba a basto tratando de tergiversar la razón de las recientes protestas en el barrio del Gamonal de Burgos con toda clase de invenciones a cada cual más hilarante. Se ha dicho que eran sólo prácticas de guerrilla urbana de “violentos itinerantes” venidos de fuera, a pesar de que la práctica totalidad de lxs detenidxs son de Burgos, se trató de descalificar a lxs manifestantes por su falta de visión estética, se les acusó de destrozar por destrozar, al seguir con las protestas cuando al fin lograron -gracias precisamente a las protestas- paralizar las obras, olvidando que aún hay personas con cargos, de dañar la imagen de la ciudad, de ser ETA (sic), etcétera etcétera, y también, cómo no, se les ha criminalizado por los incidentes y responsabilizado en solitario por ello.
No han podido sin embargo enmascarar la realidad, y es que los sucesos del barrio de Gamonal son un ejemplo para todxs de la necesidad urgente de acabar con la corrupción y representan fielmente la defensa de los intereses de la población. En la protesta de lxs vecinxs de Gamonal reside la soberanía, o debiera hacerlo, no en los sillones del Ayuntamiento. Y es que, como hemos podido saber, el en teoría inocuo bulevar que pretendía construírse no era sino la gota que para la población de Burgos colmaba el vaso del caciquismo, la corrupción desaforada, los sobresueldos en sobres y las bolsas de basura llenas de billetes con olor a ladrillo. La forma en la que lxs vecinxs de Gamonal son saqueados por las mafias gobernantes no son distintas a las que todxs lxs demás sufrimos, y por tanto estos sucesos sirven para poner sobre la mesa lo que intentamos tantas veces, de todas las formas que podemos, porque dejarnos no nos dejan ninguna, aunque esta vez quizá de una forma más espectacular, o así lo han pretendido los medios. Pero por desgracia caciques en España hay en todas partes.
Muchxs dicen estar hartos de la corrupción, del mal gasto del dinero público y de las cuestiones que consideran que nos han llevado a esta crisis/estafa, pero criminalizan a todo aquél que ejerce acciones denunciando esas cuestiones. No ya romper la luna de un banco, uno de esos bancos que nos han llevado donde estamos, los escraches, las huelga, las manifestaciones, todo parece estar bajo sospecha de extremo radicalismo y violencia. Pero no tiene ninguna coherencia quejarse del dinero público que ya se ha malgastado y malversado durante años por la corrupción política y financiera, engordando las deudas que nos hacen pagar como si fuera nuestra culpa, y sin embargo seguir generando aún más deuda ilegítima en derroches que no tienen relación con las necesidades de la población sino más bien en mantener los ingresos millonarios de sus amigotes. En Burgos como en todas partes se cierran guarderías y se despiden profesores, se recortan todos los servicios, y todos esos etcéteras tan dolorosos para el pueblo y no para ellos, claro, se hace porque “no hay dinero”, todo parece que es para pagar deudas y dárselo a los bancos, pero sin embargo “sí hay dinero” para que se mantenga la curva ascendente de los beneficios del cacique éste y otros tantos en tantas partes, y de los capos de la mafia política que los apuntalan en sus tronos de barro. El barrio de Gamonal ha dicho BASTA YA, tal y como se les viene diciendo a esta mafia desde todas partes, y no hay manera, entienden otra cosa, ellos a lo suyo. Así es la marca Españistán.
Ojalá lxs habitantes de Castellón hubieran podido hacer algo semejante, a su manera, cuando se iniciaron las obras del aeropuerto fantasma más famoso del planeta, protestando contra su realización por considerarlo inútil, no beneficioso para la población, producto especulativo, etc. Porque debemos recordar que en su momento (incluso a día de hoy se atreve a seguir haciéndolo) el cacique de turno lo vendía como el progreso y la riqueza para la región, cuando la verdad es que terminó de enterrar a la Comunidad Valenciana en una deuda millonaria que deberemos pagar lxs de abajo, un terrible saqueo de la población que evidencia los múltiples procesos de corrupción abiertos. No se puede criminalizar, y muchos menos desde la lejanía y el desconocimiento, a quien padece en primera persona estos caprichos y negocios contra la dignidad de las personas ya al límite. Cuando núcleos de población, más grandes o más pequeños, se movilizan en contra de las decisiones del poder, al no disponer de herramientas para tomarlas por si mismos, se les acusa de generar violencia, y se manda a los antidisturbios para reprimirlos a sangre y fuego en lugar de escucharles, pero las personas no demandamos informes policiales sobre sobre lxs que luchan contra el saqueo, preferimos los que nos informan sobre los que nos saquean. ¿Cuántos conflictos como el de El Gamonal ha habido, hay y seguirá habiendo? ¿Cuántos se han ganado por el pueblo, como éste, y cuántos se han perdido, y los caciques se han salido con la suya?
Existen no obstante herramientas, como los presupuestos participativos, con las que resultaría bastante dudoso que se dieran situaciones como éstas, corrigiéndolas a priori al priorizar el presupuesto de la comunidad las necesidades de las personas, o como la revocación de cargos, con la que se pueden corregir los errores de los representantes a posteriori. Son herramientas prohibidas, que la llamada “democracia representativa” no permite utilizar a las personas en este país y pretende arrebatarle, como ya hiciera con los concejos y cabildos, algo realmente triste, de resultados fatídicos, llevamos varios años sufriéndolos. Pero es aún más triste y fatídico comprobar que la única herramienta permitida, la elección de representantes, no representa a nadie más que al poder económico, No hay ningún motivo racional para admitir una representación ilegítima durante 4 años, sino que (por no hablar ya de democracia directa) debe existir la posibilidad de revocación de ese cargo. Por otro lado, este sistema electoral es manifiestamente injusto, desproporcional, anacrónico, reduce alternativas y aumenta considerablemente las posibilidades de reelección de quienes han podido traicionar reiteradamente a sus electores. Todas las características del sistema político, como la ausencia de transparencia, de separación de poderes o de igualdad administrativa o judicial apuntan directamente al totalitarismo, el de los mismos caciques de siempre, en la timocracia española.
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