REPRESENTATIVIDAD: EL NÚMERO COMO INSTRUMENTO Y COMO FALACIA

REPRESENTATIVIDAD: EL NÚMERO COMO INSTRUMENTO Y COMO FALACIA

VotarEsMorirUnPoco

La forma en que las democracias modernas se desmarcaron de los totalitarismos, pasados y presentes, sin renunciar a sus bases totalitarias, es dando primacía a dos principios fundamentales que se mostraron pronto como claramente antagónicos: “soberanía popular” y “representatividad”. El primero es sólo un alarde teórico para justificar el segundo: todos sabemos que hay políticos que dicen representarnos, pero nadie ha ejercido nunca la “soberanía popular”, a pesar de que, al parecer, nos pertenece a todxs. El principio de representatividad, o de delegación, comporta que esa “soberanía” se delega siempre y única y exclusivamente en representantes políticos legales, y no existe forma alguna en la democracia de ejercer esa soberanía excepto un día cada cuatro años y en la forma reglamentada por el poder que se legitima gracias a esa delegación: depositar un voto. Es decir: la soberanía popular sirve en democracia, única y exclusivamente, para ser delegada, nunca para ser ejercida, y para ser delegada no en cualesquiera, sino en un número limitado de representantes que, por otra parte, provienen de partidos políticos (esa otra herencia de los totalitarismos decimonónicos). Fuera de ese efímero gesto (depositar un papel en una urna cada cuatro años), la soberanía popular no existe en los sistemas democráticos, no se ejerce nunca.

Esta base de la democracia moderna, la representatividad, presenta numerosos defectos. El principal es que mediante ella todas las clases sociales delegan el poder en una sola (la clase dirigente, formada casi en su totalidad por miembros de la llamada alta burguesía), que es la que finalmente gobierna. Al presentar como elegibles únicamente a miembros de partidos políticos (es decir, tecnócratas), resulta literalmente imposible que individuos de otras clases sociales participen de la vida política. Es decir, la clase dominante (la que posee dinero y formación específica) ha puesto las bases de un sistema donde, se vote a quien se vote, siempre saldrá ganando, porque ha excluido de principio al resto de las clases. Esto conlleva un auténtico círculo vicioso, un truco de prestidigitación que permite a la clase económica dominante, delegar las cuestiones domésticas de democracia dividida en dos o más partidos, gobernar, siempre que no subviertan el sistema, y legitimar su poder eternamente.

Una vez, ejercido el derecho al sufragio, no cabe ya otra cosa que repetir esa cansina ceremonia de contar votos, repartir escaños y coronar la legitimidad del vencedor. Este fenómeno archiconocido por el que las urnas hablan, dejándonos engañar con esa falsa consigna por la que un puñado o porcentaje de votos es siempre la “suma de TODOS”. Una vez más, y este envite no será el único, tendremos que oírles, tanto a esa clase política como a sus voceros, aquello de la sabiduría con la que “el pueblo se ha expresado”.

El otro gran problema de reducir la vida política del ser humano a votar esto o aquello es que las campañas electorales y los partidos políticos empiezan a requerir de una financiación monstruosa para poder llegar a todxs lxs electorxs. Los partidos políticos comienzan entonces un proceso de negociación económica con bancos y grandes empresas financieras, que, como es natural, exigen contraprestaciones para sus grandes préstamos de dinero. Aquí es donde la alianza de política y capital – que ya era más o menos obvia desde el momento en que los representantes del pueblo provienen todos de las clases adineradas – se hace más manifiesta y obscena, y donde los “representantes del pueblo” pasan a ser ya directamente representantes del capital. Por decirlo de otra forma: la representatividad, en las democracias modernas, está en el origen de la alianza indisoluble entre el capital y el estado.

Y no solo en los modos de la financiación de la organización clientelar de los partidos políticos. Aquel contrato social con el pueblo, en que se ha convertido hoy esa entelequia del cacareado Estado del Bienestar, es presentado como un ente benefactor que hace regir nuestras vidas en lo que llaman la convivencia pacífica de los ciudadanos, reafirmando un sistema patriarcal y de servilismo mediante la máquina de hacer leyes, por la cual si sois buenos y os portáis bien, puede haber premios o castigos.

Pero para ese régimen no es tan importante su efectividad en la práctica – todxs sabemos ya, a estas alturas, que el poder ejecutivo real lo ostentan siempre personas que sólo representan a las minorías de siempre –  sino que se erija, esencialmente, como argumento definitivo de justificación de sí mismo, y de su propia legitimidad. Al afirmar que quien gobierna ha sido legítimamente votado por una mayoría, se pretende zanjar cualquier argumento en contra de esa legitimidad del régimen. Podríamos traer aquí a colación la cita de Thoreau: “Si alguien tiene razón, es una mayoría en sí mismo”. Pero las democracias modernas funcionan a la inversa: la mayoría numérica es siempre mayoría en sí misma, aunque no tengan razón ninguna. El número, la suma, la cifra total justifica al Régimen. Esto es así en un Régimen cuyos principales pilares son la ciencia y una de ellas en concreto, la economía, cuya base en ambos casos, es el número. El prestigio del número es tal en estas democracias que constituyen la base de la legitimidad política. Y el número legitimador es siempre el número de personas votantes. El número de personas no votantes es consignado y calculado, pero no es legitimador, carece prácticamente de valor político. Mejor dicho: es incluido dentro del otro grupo legitimador de manera fantasmagórica, de manera que tanto el número de votantes como el de no votantes legitima al Régimen. El otro elemento del grupo persona votante es el más complejo: votan personas, es decir, aquella parte de la gente que puede ser identificada, contada y numerada. La representatividad sólo es posible si hay individuos, que pueden ser contados.

Por ello el Régimen se encarga de construir individuos a los que luego pueda representar. La persona, el individuo, es la base del Régimen porque es básicamente el número convertido en gente. Podemos decir incluso que la educación en democracia es básicamente el proceso por el que se intenta convencer a la gente que son números, y que actúen como tales. Para que todo esto pueda funcionar, es necesario que cada cual se crea que es quien es, es decir que se es aquel que aparece en su DNI, de lo contrario todo podría llegar a desquebrajarse, incluido el sistema, y ello se intenta identificando como individuo a cada criatura desde que nace – algo parecido a lo que hacen los científicos con las aves de un entorno para examinar, vigilar y controlar sus movimientos, poniéndoles una anillita – a través del carnet de identidad, que es el documento que se aporta al votar. El truco de prestidigitación y de alquimia ya está hecho: la minoría que siempre gobierna (una clase que es siempre minoría limitadísima) afirmará que es la mayoría a través de la suma de números de sus votantes. Podemos decir que la representatividad se reduce a eso: el mecanismo para hacer que  la minoría se convierta en mayoría, y de este modo justificar sus desmanes diarios ante la verdadera mayoría siempre muda, pasiva y sometida.

En definitiva, las democracias modernas se nos presentan como el intento monstruoso de convertir al pueblo y sus múltiples posibilidades de entendimiento y convivencia en Estado a través de un procedimiento de cálculo numérico llamado votación. Para ello utilizan el embuste de la “representación”, manipulada convenientemente por la misma clase que siempre gobierna en el capitalismo (banca y grandes corporaciones multinacionales), que permite que en todas las votaciones la mayoría numérica elija siempre a la misma minoría. Frente a este aplastamiento, y a modo de resistencia, siempre quedará en el fondo de lo que haya de común en cada uno esta continua negación y disconformidad, y formas como la asamblea o el concejo se nos presentan como alternativas mucho más justas, libres, abiertas y equilibradas. Queda abierta la pregunta de si en la asamblea y en el concejo no está la esencia de lo que la democracia o, mejor dicho (porque el término ya es sospechoso), la política debería ser y probablemente nunca ha sido.  Para nosotros queda claro que debemos rechazar en la lucha no sólo toda designación de representantes para hacer valer ante las instituciones o los medios “la voz de la plebe” (podemos aprender de cómo esto hizo fracasar notablemente muchas revueltas como, por no ir más lejos, la de los estudiantes de los años ochenta), sino también esa forma de llegar a acuerdos por votación, forma heredada del régimen en que nacimos y que, de común acuerdo, nos parece, por lo ya dicho, nefasta para el entendimiento popular, que es lo que importa: la gente tiene siempre cosas mejores que hacer que imitar a los gobernantes.

Así, el grito QUE NO NOS REPRESENTAN se oía a cada paso coreado por la gente cuando se reunía a protestar sin número en las plazas; seguramente era el más coreado, y por algo será: “voz del pueblo, voz del cielo” dice el dicho, y podemos tal vez entenderlo si pensamos en el cielo no como el sitio del Poder Supremo sino como algo más próximo a la tierra, de donde le caen las lluvias y también a veces el fogonazo del rayo.

Asamblea de Pontejos Política a Largo Plazo Acampada Sol

http://politicalargoplazoacampadasol.wordpress.com/

 

 

18 responses to “REPRESENTATIVIDAD: EL NÚMERO COMO INSTRUMENTO Y COMO FALACIA”

  1. pedro

    No, si los que si que vais a cambiar las cosa sois vosotros, promoviendo la abstención y favoreciendo las mayorías absolutas de las mafias.
    Por cierto, no deciais que ibais a hacer asambleas en todos los colegios electorales para comerle el tarro a la gente y decirle lo revolucionario que es abstenerse? Lo digo porque no os vi por allí ¿Que pasa que ya nadie os sigue en vuestras gilipolleces?. ¿no teniais gente verdad?
    Un abstencionista no es más que eso: un abstencionista. Una persona a la que le igual quien gobierne. ( Por algo será ).
    Un abstencionista no es un revolucionario. Es un NiNi…Y desde luego, el PP-SOE está encantado de tener un grupo que promueve la abstención entre gente que no les va a votar a ellos. Les haceis el caldo gordo
    Lo dicho, ni puto caso

    1. Tear down

      La abstención siempre gana desde hace años, no es necesario que nadie la fomente. Hay mucha gente con inteligencia suficiente – la que a ti te falta – para entender bien que votar no sirve para nada, excepto para poner a un amo por encima de ti y legitimarle y aplaudirle además. Si eso es lo que te gusta, adelante, sigue bendiciendo las cadenas que te aprisionan. Y el caldo gordo al PPSOE no se lo hacen los abstencionistas, que quieren su derrocamiento, sino gente que, siguiendo el ejemplo de los que votan, como tú, les votan a ellos, son SUS votantes los que les erigen, gente que como tú vota. Están ahí porque millones de personas les han votado, no por culpa de los abstencionistas, no distorsiones la realidad.
      Deberías pensar un poco las cosas antes de escribirlas. Te ahorraría quedar tan mal.

      1. pedro

        ¿Los abstencionistas quieren el derrocamiento del PPSOE?…No me digas. ¿Y donde pone eso?.
        Los abstencionistas no se sabe lo que quieren. En principio el que se abstiene solo está diciendo “me importa un huevo”, “paso de todo”, “Me da igual que me gobierne un fascista o lo que sea, para mi todo es lo mismo”. O soy tan crio que creo que si lo pienso muy fuerte, muy fuerte, voy a derrocar el sistema y voy a vivir en una anarquia de colorines en el que todo el mundo es muy feliz.
        Así que para ti es lo mismo votar a un partido de izquierda que votar al PPSOE, o votar a VOX, pongamos por caso…Pues háztelo mirar. ¿y no será que en realidad por lo que sea es a tí a quien no le interesa que cambie nada?. Piensa que motivos puedes tener.
        Si te crees que por no ir a votar estás fuera del juego, estás muy equivocado o equivocada.
        Tú estás tan en el juego como yo. En el juego de unas elecciones yo soy uno que vota, y tu uno que se abstiene. Contigo cuentan muchos partidos. Estas en las encuestas y en las previsiones de los partidos.

        1. Tear down

          Pues por supuesto que hay gente que se abstiene porque no quiere que NADIE le gobierne. Yo mismo,por ejemplo, y de hecho, ¿conoces mejor postura para alguien que no quiere que nadie (tampoco lo que tú votas) me gobierne? ¿Y de dónde sacas que el que se abstiene no sabe lo que quiere? ¿Estás en su cerebro? Según eso, yo podría decir que quien no sabe lo que quiere son los que votan, ya que a veces ganan unos, y otras otros, cuando el número de votantes no cambia demasiado. Y por supuesto que votar a Podemos o votar a Vox o PPSOE es lo mismo. ¿O te crees que si alguno de estos obtiene la mayoría tu vida va a ser algo muy diferente a la explotación diaria que sigue siendo? Por favor, no hemos nacido ayer.
          Con lo que los partidos no cuentan es con lo que de verdad les hace daño, y que no tiene nada que ver con votar: tiene que ver con ACTUAR, con DISCUTIR y REBATIR ideas en público, con cambiar formas de vida…Tú sigue votando, mientras la gente, allí fuera, hace cosas que realmente cambian el mundo (y desde luego votar no es una de ellas)

        2. Tear down

          Por cierto, el domingo votaste, ¿verdad? Y claro, ni les has hecho el caldo gordo al PP ni al PSOE, que han sido los más votados, ¿verdad? Y tu vida ha cambiado mucho, radicalmente, verdad, y nos la va a cambiar a todos,. como después de todas las votaciones , y como siempre pasa después de participar en esa cosa tan importante que son unas elecciones, ¿a que sí?
          Por favor, las mentiras se caen por su propio peso.

          1. Pedro

            Asi que a tí no te gobierna nadie…juas!, perdona que se me escapa la risa.
            Tú estás ahora mismo gobernado por los mismos que yo. Por el PP, Rajoy, El Rey, la Cospedal, los bancos, las mafias…etc, etc, etc…¿no lo ves?. O es que a lo mejor vives en una montaña aislado y a tí las leyes no te afectan. Si es eso, entonces si.
            Mi vida no ha cambiado desde las elecciones, pero soy capaz de ver como me afectan diréctamente las leyes que dictan los que gobiernan (puestos por las urnas. No por la gracia de dios). ¿A ti no te afectan esas leyes?…!Ah no¡ ¡que a tí no te gobierna nadie!…juas, juas!.
            ACTUAR, DISCUTIR y REBATIR ideas en público es bueno. Pero si quieres cambiar las
            cosas, tienes que tomar el poder de alguna forma…ESO ES ASÍ. Eso ha sido así siempre, desde que el mundo es mundo. Lo del asamblearismo no es nada nuevo. No habeis inventado nada ¿eh?
            Pero en fín, si a tí todos te parecen iguales, pues nada…Mejor no vayas a votar, porque me temo lo peor.
            Yo estoy encantado con que ciertos votantes se abstengan. Concrétamente todos los que votan a la derecha

    2. Pitag

      Pedro, otro tonto útil del Régimen que se cree que votando a “los otros” se sale del círculo vicioso. Los que votan a “los otros” son los mismo que los que votan a “los tuyos”, a ver si te vas enterando.

      1. Pedro

        Tú si que eres un tonto útil. ¿Te crees que el Régimen está temblando porque metas una rodaja de chorizo en un voto?…….Se descojonan de risa.

        1. Ricar

          Desde luego, Pêdro, estás quedando como el más tonto de la clase. Simplificando el abstencionismo con chistes chuscos y de taberna solo consigues darle más legitimidad, dejando claro qué clase de gente es la que vota – la que da la mayoría absoluta al PP, por ejemplo, votantes convencidos como tú -. Y lo triste es que a lo mejor te crees que los banqueros y grandes multinacionales no se ríen en tu cara de ti, de Podemos y de todos los partidos habidos y por haber

          1. Pedro

            El más tonto de la clase, chistes chuscos y de taberna….oig chico!!. Tú serás muy anarquista, pero seguro que papaito vota al PP, verdad?
            Así que yo soy el que simplifico las cosas y me estás metiendo en el mismo saco de los que votan al PP….No se puede ser más simple chaval

        2. Bassio

          Pedro, los administradores de las empresas del Ibex 35, de la banca y de las grandes corporaciones se descojonan de risa de ti y de todos los votantes, vete preparando tu voto para el siguientre fantoche, e incluso ponle una vela

        3. Ricarr

          Y tu papaito votaba a Fuerza Nueva. Y por supuesto que hay que meter a todos los votantes en el mismo saco, sean del PP o de tu partidito, todos ayudan a mantener el Régimen y su “legitimidad en las urnas”, y además por lo que veo todos creeis en la magia, si no no se entiende

          1. Pedro

            MI papá no votaba a Fuerza Nueva. Mi padre era un rojo como yo
            Pero a que el tuyo si votaba al PP, a que he acertado. Si es que se os ve venir de lejos.
            Por cierto ¿A que te refieres con “el Régimen” y como piensas tú derrocar “el Régimen”?.

        4. Ricarr

          Parece que para ti las ideas políticas pasan con la sangre, y que hay una aristocracia de sangre roja, das más miedo de lo que parece, es el mismo tipo de pensamiento de la derecha más rancia, yo y mi familia somos clase trabajadora, ya que tanto te interesa la vida familiar de la gente (a saber la tuya). El Régimen es la alianza de Capital y de Estado (sí, ese Estado al que tú tanto defiendes, y que no es otra cosa que Capital, lo mismo que el Capital es el Estado). Y para acabar con eso, desde luego que unas elecciones es como un mondadientes para acabar con un elefante. La lucha es diaria y en todos los frentes, pero claro, tú prefieres votar y echarte a dormir

          1. Pedro

            Ese es el problema. Que lo confundís todo.
            El Estado en sí no es ni malo ni bueno. El Estado lo eres tú y lo soy yo.
            No hay más.
            El problema es como ES ese Estado, QUIÉN gobierna ese Estado y como reparte los bienes de todo el país. Hay quien lo invierte en el ejercito, y hay quien lo invierte en la sanidad pública, y hay quien diréctamente utiliza ese estado para robar.
            Yo por ejemplo estoy en contra de la monarquía, y además de salir en una manifestación a gritar en contra de la monarquia etc, etc,, voto a partidos que reclaman la republica y que van a luchar por ello (que los hay).
            No sé…me parece de cajón.
            En fín

  2. Celestepv

    Alguien os hace caso. A algunos nos gusta leer otras opiniones, las compartamos o no.
    Personalmente me parece muy interesante.
    Muchas gracias por lo que aportáis.
    Saludos cordiales

  3. pedro

    Idos a la mierda.
    Menos mal que nadie os hace ni caso

    1. Tear down

      Tú sin embargo sí haces caso a los chorizos que te ordenan: ¡Vota!, y serás todavía tan poco lúcido como para creer que con eso vas a cambiar algo. Aunque es aún más posible que seas realmente consecuente y no quieras cambiar absolutamente nada y por eso defiendes votar.