Asistimos desde hace semanas, en el gallinero al que nos relegan las élites, al espectáculo del poder establecido defendiendo sus privilegios y sus trampas frente a la amenaza de la limitada version de la misma democracia liberal en la que confían para salvaguardarlos. La historia nos ofrece una oportunidad de ser testigos de la imposibilidad de cambiar el régimen con sus reglas. Podemos sentarnos y pedir palomitas o ¡plantar cara en las calles!; bienvenidas todas las que se decidan ahora a salir del sofá. Es preciso en primer lugar conocer las armas y la estrategia de quienes se han declarado como enemigo del pueblo, ya que es necesario para poder enfrentarse a ellos con efectividad. Llevamos tres años denunciando sus armas, desmontando sus mentiras, combatiendo la mezquindad de la timocracia española, reclamando libertades politicas… Su estrategia para embaucarnos en este caso es la misma de siempre adaptada a las circunstancias actuales. Veamoslas:
La imposición de la sucesión es el primer paso de esta estrategia, encaminada a preservar los privilegios de las élites, de la “casta” política, pero sobre todo de sus amos, el poder económico. Amparados en esa falsa intención de renovación tratarán a toda costa de apagar los fuegos nacionalistas -que hace bastantes años que no tienen nada de nacionalistas y son enormes hogueras políticas- con la promesa de una reforma constitucional que llegaría a finales de 2015, para hacer coincidir la necesaria disolucion de la cámara -al tratarse de una reforma por procedimiento agravado- con la convocatoria electoral ordinaria. Tras un año de reinado campechano rejuvenecido y “moderno”, con otro mundial de furgol, acallado el derecho a decidir en Catalunya y en supuesta “recuperación económica”, el régimen podría afrontar el referéndum sobre la reforma con garantías de mantener el bipartidismo y perpetuarse durante otros cuarenta años. Lo haría con ventaja, como siempre, sometiéndonos con manipulaciones como ya hiciera en 2005 en el plebiscito sobre la autoproclamada constitución europea, bajo el chantaje de la amenaza del “O nosotros o el caos” y el extremismo en caso de negarnos a aceptar el trágala “El caos también somos nosotros”.
El plan es muy simple, pues es el mismo guión que sigue la CIA habitualmente, el que ya ejecutó con éxito en España en los 70 con los títeres de que disponía: Suárez, el Borbón, Fraga, Felipe o Carrillo. Pero quizá no esté todo tan “atado y bien atado” como lo estaba entonces: hay flecos. En primer lugar, les falta una pieza en el puzzle, la primera y fundamental ¿de dónde van a sacar un Adolfo Suárez? No creemos que encuentren un maniquí con la cara tan dura como ese. En segundo lugar ¿de veras creen que las personas que reclamamos el derecho a decidir, es decir democracia, hablemos claro, vamos a cambiarlo otra vez por cuatro céntimos y unas cuantas promesas? En nuestras manos está impedir el montaje esta vez, estais invitadas a ponerles todos los palos en las ruedas que podamos. Nos vemos en las calles, desde luego y sobre todo, en las plazas, pero también apoyando y participando en la consulta que se está montando de forma espontánea a partir del próximo sábado 14 y hasta el jueves 19, e incluso en las que se monten de forma menos espontánea, porque tenemos el derecho de intervenir. Lo que nos espera, que nadie se llame a engaño, no es mejor, es peor, mucho peor. El rejuvenecimiento de los saqueadores no hará sino incrementar la intensidad de su saqueo, pues pretenderán sin duda “mejorar” a sus predecesores. Si su estrategia tiene éxito, una vez que hayan “salvado a la patria del caos” una vez más, estos chorizos se sentirán legitimados para robarnos hasta el aire que respiramos. Ah, disculpadnos, que por el aire ya cobran, ya nos lo han robado…
Los referendos no son circunstancias excepcionales, sino un elemento habitual en cualquier sociedad democrática, tienen lugar en cualquier momento en que surja una necesidad que no esté explícitamente prevista y, sobre todo, si hay disenso en la población al respecto. Las cuestiones que se someten a consulta deben estar adecuadamente documentadas, exponiendo en igualdad todos los puntos de vista posibles, y ser debatidas en profundidad en los medios al alcance de la población para facilitar su seguimiento, siempre desde la calma y normalidad y no desde el miedo, el chantaje y/o la amenaza apocalíptica al que no esté conforme con una postura concreta. Estos debates deben ser abiertos, plurales y transparentes, y su proceso debe desarrollarse en sus tiempos. Situaciones como la que vivimos, en la que se pretende que el proceso de abdicación y sucesión transcurra en un espacio de quince días escasos, sin participación ni decision popular, no son otra cosa que una política de hechos consumados.
Que se nos imponga un sistema representativo no implica que no se deba someter una cuestión como esta, no ya de especial relevancia, de lo siguiente, a la opinión de la población. Tampoco que haya necesariamente que ganar unas elecciones y cambiar las reglas para proponer la consulta, como están proclamando las élites del bipartidismo y sus voceros mediáticos, pues asi lo contempla la propia constitucion vigente. El motivo de dar la espalda una vez más al pueblo es simplemente su interes en que no le cojamos costumbre a a otra cosa que no sea delegar en las élites de los partidos del poder mediante las elecciones periodicas, trucadas con sus trampas, y continuar teniendo la exclusividad de la toma de decisiones. Quiza no tengan miedo al posible resultado, pero si desde luego, y mucho, a que tomemos conciencia de que podemos pensar y actuar prescindiendo de estos supuestos representantes que nos amordazan.
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