En nuestro actual orden social y politico, que pretende presumir de “democrático” por la mera excusa de la elección periódica de representantes, se producen abusos de forma sistemática que permiten a estos supuestos representantes ejercer como verdaderos verdugos del pueblo que representan, ostentando un poder casi ilimitado y delinquiendo a todas luces de forma poco menos que impune. Estos abusos de la representatividad van siempre en la misma dirección, desarrollando una ingeniería del saqueo cuyo resultado final es que los recursos de la población van transfiriéndose de manera constante a las manos de los agentes privados.
La propaganda adulterada sobre el funcionamiento de la democracia y sus numerosas carencias impiden que estas cuestiones se puedan denunciar o tan siquiera poner en duda desde un ámbito político, pero si usamos la inteligencia colectiva y nos salimos del círculo vicioso en el que pretenden perpetuarnos podemos encontrar argumentos que deslegitimen estos abusos de poder. En el abuso de la representatividad que se arrogan estos dictadores disfrazados de demócratas suelen apelar a clásicas cacicadas como “hay que ser serios y cumplir los compromisos” para mantener su yugo... Como ejemplo clarificador, vamos a analizar el caso de actualidad que sufre injustamente Grecia, para extrapolarlo a ejemplos pasados y futuros donde, por supuesto, España no está exenta.
Partimos de la base de que en un sistema de democracia representativa los representantes adquieren compromisos con el pueblo. Y también que existen procedimientos como las elecciones periódicas, la no renovación presupuestaria, moción de censura, etc, para que el mandato de estos representantes sea siempre temporal, y por ello, en teoría, deberían estár inhabilitados para adquirir ningún compromiso más allá del límite de su mandato. En el caso griego, si los pasados mandatarios adquirieron compromisos con algún agente, como mínimo debían haberle informado claramente de la duracion del mandato y de las limitaciones que conlleva, y la ocultación o ignorancia de este aspecto no puede suponer una vinculación abusiva. Una vez sabido, lo más indicado es limitar el compromiso al límite del mandato, porque si pretenden que los compromisos superen el límite temporal, ambas partes deberán afrontar el riesgo de un posible cambio de mandato, donde el nuevo mandatario no estaría necesariamente vinculado al acuerdo y no podrían exigirle de ninguna forma estarlo. Pues, de no aceptar su decisión, se le estaría otorgando al compromiso el carácter de perpetuo, lo cual es abusivo, usurario y, tambien en teoría, ilegal.
¿Qué pasa con los préstamos? Quien ha obtenido el montante del préstamo responde de su uso y devolución, con los mismos límites expresados de no vinculación, sin estar ni mucho menos excluida la cuestión sobre la transparencia en las condiciones de su uso y de garantia en que el dinero se destina a quien vincula su devolución. En teoría mercantil no se puede adquirir un compromiso cuya responsabilidad recae en terceros sin el conocimiento ni consentimiento explícito de esos terceros. En resumen, no se puede pedir un “rescate” donde el dinero se destine a pagar los excesos especulativos de los bancos con la excusa de “salvar” (¿de qué, de ellos mismos?) al pueblo, y luego hacer como único responsable de su devolución a la población estafada. Tampoco se pueden ocultar las circunstancias de ese uso, ni las condiciones abusivas del préstamo, ni cualquier condición donde el destino del préstamo no esté relacionado con los intereses de quien va a acometer el pago. Porque si se destina un dinero, aunque sea como parte de un compromiso distinto, a algo que no beneficie al destinatario del compromiso y pagador, la responsabilidad de la devolución recaerá en quien haya sido el destinatario de esa parte.
No hay que olvidar tampoco que para que un mandatario sea elegido, y pueda supuestamente tomar decisiones en nuestro nombre, previamente debe ser votado, para lo que realiza una campaña electoral donde hace unas promesas, que conforman su programa y se convierten en compromisos con el pueblo. Estos compromisos, como resulta logico, están o debieran estar por encima de cualquier otro que hayan adquirido, legítima o ilegítimamente, los gobernantes previos, ya sea para rechazar aquellos que se consideren inadecuados como para respetar los que se estimen correctos, siendo más necesario manifestarlo en caso de rechazo, aun presuponiendo en general que en aquello que no se declara expresamente en contra está a favor. Muy lejos de suceder así, los partidos politicos en el poder toman decisiones que comportan medidas a plazo muy superior a sus cuatro años de ejercicio, incluso a veces a un plazo pretendidamente infinito, para los restos de los restos. Es mucho peor si pensamos que esas decisiones se imponen a personas que ni siquiera les votaron, no reclamaron esos compromisos para cuatro años, ni mucho menos para toda su vida. Y si consideramos además que el compromiso supone asumir una deuda injusta, constituída con intereses usurarios…las palabras se quedan cortas para describir la forma en la que pervierten el llamado “mandato popular”.
Es, como mínimo, curioso ver cómo, y según de qué materia se trate, cuando se produce un cambio de gobierno se revocan (o intentan revocar) decisiones que en muchos casos parten de amplios consensos de la población (ley del aborto, financiación energética, etc), mientras que no se nos permite ni cuestionar los compromisos con la Troika porque dicen que “las deudas hay que pagarlas“, algo en lo que todos los partidos políticos parecen de acuerdo. La “herencia recibida” no es por tanto la que recibe el siguiente trilero, sino la que paga el pueblo al que estafan sucesivamente. La devastación que genera un gobierno sólo es comparable a la que generará el siguiente. La cuenta que nos deja a pagar el que se va, sumada a lo que cobrará en su retiro –por hacerlo hecho “tan bien”–, se multiplica sin decoro por la cifra que salga en los dados del siguiente sinvergüenza que siga abusando del poder. Porque lo que parece más que claro es que alguien esta forrándose a costa de nosotras, que acabamos pagando hasta los cartones del bingo de los monigotes de Bankia. ¿Cuánto va a durar esto? ¿Se termina en cuanto apague usted la tele, amiga? ¡De eso nada, a trabajar para los poderosos, que hay que pagar su deuda!
Política a Corto Plazo, Acampada Sol, 15M
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